lunes, 28 de octubre de 2013

DIAS DE SOL



Y de repente hay un día de sol. Un día inesperado, que llega por sorpresa y se exhibe coqueteando con nosotros sin pudor.
Nos pilló sin esperarlo y, como suele suceder, eso hizo que fuera mucho más intenso, más preciado. Un regalo denso y despacioso. No como los días del verano en que el sol te obliga y te empuja a correr tras él, aprovechando los instantes como si fuesen contados. Fue otra cosa. Un ritmo íntimo y privado hecho solo para nosotros tres.
Perezosos como lagartos recalentados nos bebimos las horas jugando en la piscina, sumergiéndosos en el agua tibia y acogedora, llenado la silenciosa mañana de risas, chapoteos, salpicaduras y saltos con doble giro y medio tirabuzón.
"Mamá, mira lo que hago". Y las voces de mis dos niños hacían relucir el agua como si se volviese de plata. "Mamá báñate conmigo". Y las penas y los miedos se me deshacían en las olas que sus manitas y los pies inquietos formaban a mi alrededor.
Con la piel brillante de humedad y los ojos relucientes de alegría. Así se bebieron mis hijos el día juntos. Sin colegio, sin médicos, sin prisas, sin obligaciones. Solo ellos para mí y yo para ellos.
Un día de sol. Simplemente eso. Pero qué grande.

3 comentarios:

Paz dijo...

Esos son los momentos por los que todos los demás merecen la pena. Muaaa

Paz dijo...

Estos son los momentos que hacen que todo lo demás merezca la pena.

Mercedes dijo...

Apreciar las cosas mássencillas,tener el tono personal necesario para armonizar con lo que nos rodea, saborear hasta los colores y ser conscientes de cada matiz, y sentirse parte y todo de lo que sucede.y como has hecho tan magistralmente plasmarlo para compartirlo en "este preciso instante".